
* Se necesita un Santo para salvar a Venezuela


Mons. Juan Bautista Castro
La amistad que mantuvieron toda la vida el Santo Dr. José Gregorio Hernández y Mons. Juan Bautista Castro fue muy estrecha. Fue su confesor y siempre estuvo pendiente de nuestro Santo en todos los avatares de su vida. Esta amistad comenzó prácticamente desde que llego a Caracas en el año de 1.878.
El 12 de junio de 1.908, el cronista Dr. Pedro Ignacio Romero (Fides) del diario «La Religión» escribió, un artículo de José Gregorio Hernández y S.E. Arzobispo de Caracas Juan Bautista Castro, donde le daba algunas recomendaciones antes de su partida a la Cartuja entre esas recogemos ésta de dicho artículo:
«Recuerda José Gregorio que se necesita un Santo para salvar a Venezuela, preparemos los caminos por donde ha de venir ese santo, que el vendrá en hora de Dios y nuestra Patria se salvará bajo el apostolado de un Santo»
Esto aconteció durante los últimos meses del gobierno del General Cipriano Castro días más tarde su compadre Juan Vicente Gómez le roba el poder y se nombra Presidente de la República. El pontificado de Monseñor Castro fue un pontificado muy favorable para la Iglesia y para la Patria: en él se fundaron las Conferencias del Episcopado Venezolano, se elaboró la Instrucción Pastoral; se realizó e inició felizmente el Primer Congreso Eucarístico de América Latina que tanto renombre di a Venezuela en el exterior. Puede decirse que fue el fundador del Apostolado Seglar en Venezuela, ya que acostumbró a los hombres a no avergonzarse de Dios, ni de su doctrina.
La característica de su vida fue un ardiente amor por la Divina Eucaristía; apasionadamente enamorado de este misterio de fe, quiso vivir perpetuamente a la puerta del sagrado tabernáculo, de ahí su empeño inagotable por propagar más y más en la República la devoción a la Sagrada Eucaristía, llegando a Consagrar Solemnemente a Venezuela al Santísimo Sacramento el 2 de julio de 1899.
Anhelaba que en cada Diócesis hubiera un trono de Exposición diaria al Santísimo Sacramento y en una de sus conferencias eucarísticas exclamaba: "¡que se levante sobre Venezuela el Sol de la Divina Eucaristía, que se levante este Sol amado de las almas, para nunca más ocultarse en el horizonte de nuestra Patria!".
Murió el 7 de agosto de 1.915 cuatro años antes de que lo hiciera nuestro Santo José Gregorio. Sus últimas palabras fueron: "¡Oh clemens, oh pía, oh dulcis Virgo María!". (¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!)
Alfredo Gómez Bolívar 2025
